He dado varias vueltas a esto de ponerle título al post. Me pareció que la palabra hermano quedaba insuficiente ante la de Fefi. Este chico de la foto con cara de ángel es Fefi: mi único hermano el día de su Primera Comunión.
Como
conozco algunos que lo son de sangre y se llevan tan mal o no mantienen
relación alguna y otros que no lo son y por simple rutina se llaman hermano o brother, fue que decidí referirme así a
este Arcángel —su segundo nombre— y Rafael —el primero por nuestro padre—.
En
otro escrito conté que él me endosó el Cuqui y él mismo el Fefi. Éramos muy
pequeñines ambos.
Como
no hay un Día Mundial del Hermano, algo que creo injusto totalmente, escogí
este, uno cualquiera, para escribir acerca de alguien tan especial para mí.
Fefi y Cuqui
(nosotros) siempre anduvimos juntitos, éramos y somos un binomio perfecto,
tanto que por la edad también, pues me lleva 19 meses, coincidíamos en las
escuelas, con las amistades y, sobre todo en los juegos. A mí hubo que
comprarme un traje de vaquera para fajarme a los pistoletazos tipo
oeste americano con él. Las vestimentas y los sombreros eran iguales, pero de
diferentes colores, ¿las pistolas?, esas sí eran idénticas.
Él, más callado que
yo, menos besón
y conversador, solo con quienes tiene preferencias más particulares, tiene un
gran corazón.
Cuando éramos
pequeños y hasta adolescentes o jóvenes y cuchicheábamos para que Mima (nuestra
madre) no nos escuchara, ella se ponía celosita, al igual que cuando llegábamos
por separado y él preguntaba: ¿y Cuqui?, o yo decía: ¿Y Fefi?
Nuestros
padres nos acostumbraron a querernos con ejemplos, a andar juntos y a cuidarnos
mutuamente. Yo estaba alerta de si alguna muchachita “estaba para él” o si por
el contrario, no le correspondía. Él, por su lado, era poco celoso, pero si
algún amigo no reunía algún requisito de decencia se oponía hasta separarnos.
Me llevaba a las fiestas y me complacía en ser de las últimas en salir bailando
la yenka todos enlazados en fila
hasta la puerta de la calle.
¿De mis novios? Era
mi chaperón, algo poco común entre hermanos de diferentes sexos en mis tiempos,
pero así era entre nosotros.
De su vida bien
privada tendría para hacer un libro; no obstante, eso se lo dejo a él. Solo decir que
tiene cinco hijos —cuatro hembras y un varón— entre 29 y 15 años, con cuatro
esposas. ¿Sobrinos?, solo mi hijo que le dice Papá Dos.
¿Discusiones?,
hemos tenido incontables por diversas razones, pues como siempre digo somos
seres humanos, aunque puedo llamarlas dentro de la normalidad. Nuestro querido
primo Luisín, que está lejos ahora geográficamente, echaba “fuego a la candela”
cuando éramos niños para vernos discutir o más bien para ponerme brava a mí,
porque al parecer, a mi hermano todo le resbalaba y eso
me incomodaba más.
De niños él tenía fama entre la familia de ser menos hablador y a la vez simpático —yo no— y dócil, además, a lo que le añadiría, un poco zorrón. En esta foto estábamos en la calle Joaquín de Agüero, del reparto La Vigía donde vivíamos entonces. Yo, como siempre, de seguro, riéndole sus ocurrencias.
Cuando Fefi se casó la primera vez en 1975 yo lloré mucho, lo extrañé hasta la saciedad y me sentí muy, muy sola por mucho tiempo, así hasta que me acostumbré y regresó a vivir con mi madre hasta el día de hoy, porque entonces la que salió de casa fui yo a inicios de 1990.
Siempre se encarga
de hacerme saber que no le doy
un SÍ por complacencia y creo que hasta eso le gusta de mí y me admira por esa
razón. Soy tan, pero tan sincera con él como con nadie más, ¿él conmigo?, creo
hace lo mismo.
Tenemos una
comunión linda, lo llamo para todo, se lo cuento todo, a veces hasta
cuestiones intrascendentes, ¿Ahora?, atravesamos por una situación difícil,
Mima está demenciada y no camina y él vive con ella. Los tres primeros meses de
operada mi madre de cadera estuvimos ambos a su lado y discutíamos, pero como
dijo Luisín: “Ojalá todos los hermanos discutieran por creer que lo correcto es
lo que cada uno hace por su madre”. Ese era el motivo.
Mima está bajo su égida. Fefi es un hijo ejemplar y
no solo porque ella lo merezca sino porque él lo siente así, más bien me la ha
robado, así, literalmente y yo vengo siendo como un pitcher tapón, aunque le
aseguro la logística que ella necesita, esa que no es poca y difícil para
mantener a una anciana en su estado como Dios manda. Para alimentarla también
nos turnamos en la compra de los alimentos, empero, la parte más dura, esa del
día a día, la lleva él encima por lo que le han salido varios achaques de salud
que conozco y otros que ni siquiera me ha comentado; sin embargo, se rehúsa a
que yo vaya para su casa a tiempo completo para ayudarlo más mientras sea
necesario.
Fefi, ese con el
que hace algún tiempo no salgo de fiestas ni a compartir nada agradable por
razones obvias, porque cuando él no está tengo que hacerlo yo, comparto la
dicha de tenerlo y de hacerlo saber aquí con mucho orgullo. Para mí, el mejor
de los hijos y el mejor de los hermanos.
Que hermoso escrito. Te envidio porque no tuve hermanos. Gracias a Dios que compartieron una infancia feliz y aun estan cerca y unidos. La foto esta preciosa. Un articulo siempre a tu altura.
ResponderEliminarAndrés, tú siempre tan amable y sí, es un privilegio tener hermanos y si es como el mío, todavía más. Es uno de mis orgullos y por suerte permanecemos unidos en todos los sentidos. Nos viste pequeñines, en esa época me hacían rolitos para encresparme el pelo, ja ja ja.
ResponderEliminarGracias por tus elogios, un besito, Cuqui
Cuqui.
ResponderEliminarYo no te puedo hablar de la experiencia de hermanos pues soy hijo único, pero me ha encantado tu post. Cosas como estas son las que te hacen grande: no solo ser una gran periodista y una mejor persona, sino, un gran ser humano. El amor entre hermanos que en la vida sean compañeros, cómplices y amigos es algo que todos quisiéramos lograr con nuestros hijos. Amiga, sigue escribiendo sobre todo lo que te inspire en tu blog, pues los que te leemos y seguimos, siempre descubrimos muy buenas cosas en tus palabras.
Un abrazo.
Orlando Nicolau
Orlando:
ResponderEliminarNo me imagino siendo hija única. Cuando una tiene un hermano así, ni pensarlo, pero no todos tenemos esa dicha.
Te agradezco tan bonito comentario y esos criterios que creo inmerecidos, pero son los tuyos y ¿si yo te contara?, ja ja ja. Mi hermano y yo somos más cómplices de lo que imaginas, solo que hay cosas muy de él y así quedan.
Gracias de nuevo y espero seguir encontrando anécdotas que te hagan —a ti y a otros— descubrir buenas cosas en mis escritos, un beso...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe acabo de enterar que estamos en la Semana "Nacional" del Hermano, y entrecomillo Nacional porque no sé en qué país se celebra. Lo averiguaré, pero mientras tanto felicito al mío, a Fefi, que es el mejor de todos...
ResponderEliminarquerda amiga,anoche despues de terminar mi trabajo y luego de darme un bano reparador veo tu comentario y decido escribir en tu blog para darte mi opinion de esta linda cronica,la cual nadie como tu podias haber escrito pues eres tamben una hermana maravillosa ademas que tienes la gracias de en pocas estrofas decir todo lo que quieres expresar esta vez de tu querido y bien ponderado hermano magnifico hombre y como bien dices maravillosos hermano gracia que dios le dios de tenerce el uno a otro, gracia que no todos podemos dar pues nos quedamos solos por x motivos en la vida de nuestros padres, y creeme tener un hermano es una bendicion de dios, a mi la vida no me lo dio pero si creo y estoy segura que tengo grandes amigos a los cuales concidero como hermanos claro esta que son escogidos y los dedos de una mano sobran para ese lugar tan cimero donde se encuentran los hermanos, un beso mi amiiga y que dios les de muchos anos de vida para que disfruten por mucho tiempo, el tenerse como hermanos, te quiere mucho Espe
ResponderEliminarEspe: amiga, mira cuánto esfuerzo después de trabajar, eso de sentarte a escribir tan lindo comentario que te agradezco grandemente.
EliminarSí, tienes razón, tener un hermano como el mío es una bendición.
A pesar de todo lo que hemos pasado muy reciente y que tú conoces nos mantenemos muy unidos. Eso nos da fuerzas para seguir y siempre nos ayudamos en algo, aunque sea con una palabra oportuna.
También te agradezco tus halagos, inmerecidos sin falsa modestia porque solo escribo lo que siento.
Si te fijas no he tenido inspiración de hacer algún post nuevo en este blog, tadavía no he podido, veremos cuándo me viene el ánimo y la musa, sin estos no se puede, un beso, también te quiero mucho...
"BONITA CRONICA,DE UNA ESTUPENDA PERSONA,SALUDALO DE MI PARTE", ANGEL ALDANA
ResponderEliminarAngelito, mil gracias, lo saludo...
Eliminar"muy lindo cuqu, asi mismo piesnso yo jajjajaj a mis hermanos, yo solo puedo tocar jajajjaja", Nelly
ResponderEliminarSí, Nelly, cómo somos, ja ja ja, solo nosotras los podemos tocar, en eso nos parecemos...
EliminarCuqui
ResponderEliminarNo había podido leer tu escrito, aunque lo vi con ganas de hacerlo más de una vez en estos días. Hoy al fin logré abrirlo y deleitarme con su lectura. Eres una mujer todo sentimiento. Queda expuesto de forma estelar en esta semblanza de tu hermano. Yo tuve también un hermano especial, tanto que no creía que existiera otro igual hasta ahora. A diferencia del tuyo teníamos 14 años de diferencia. Mi hermano casualmente tuvo cinco hijos, cuatro hembras y un varón, este último nació gemelo con una niña y fue el final de “la tribu”. Cuando era adolescente, tendría yo unos 11 o 12 años, mi hermano le pidió a mi madre llevarme con él a vivir a Holguín, luego supe que era un doble propósito: una coartada como clandestino del movimiento revolucionario en que militaba y una ayuda para mis padres, que estaban en una crisis económica muy fuerte. Desde los ocho años, en casa de mis padres, mi hermano tenía en el patio un cuarto de revelado y yo lo ayudaba a rebelar las películas que filmaba, pues se había graduado en un curso de Hollywood como camerama de cine (el primer camarógrafo con título de Camagüey) Luego nos fuimos a vivir a La Habana, con el pretexto esta vez de cuidar a su hija mayor: Iliana Polo Díaz. Regresé a Camagüey para la Alfabetización, y al finalizar ésta me bequé, así que de nuevo en casa de mi hermano pasaba los días de permiso. Tras la muerte del Che, mi hermano su colaborador, perdió la razón. Se mudó a Camagüey y lo ingresaban cada cierto tiempo en el psiquiátrico del hospital Fajardo en La Habana, de donde se escapaba para irme a ver a la beca en F y Tercera del Vedado. Cuando regresé a Camagüey, con mi hijo pequeño y la niña recién nacida, ya mi hermano estaba bien de salud, entonces iba a casa tempranito para ayudarme con los niños, y llevarlos al Circulo Infantil Cestico de Rosas, cerca del Adelante. Mis hermanas se ponían un poco celosas de cuanto me quería mi hermano, pero él siempre decía que yo era su ahijada, y debía cuidarme. En fin, tuve un hermano espectacular como tú, el único varón de los cinco hermanos. Le encantaba que lo llamara cada rato desde donde yo estuviera, para decirme casi nada, pues nos reíamos de las ocurrencias de los Polo. La última vez que lo llamé sentí que se le escapaba la vida y volé precipitadamente a Camagüey, su hija Alina, mi ahijada, le levantó la cabeza para que me mirara, pues estaba segura me había reconocido, pero sus ojos intensamente azules estaban ciegos. Días después nos dejó físicamente para siempre.
Márgara, demoré un poquito en responderte por equis razones, pero aquí estoy.
ResponderEliminarLo primero es agradecerte tu lindo y detallado comentario y, por supuesto, el que me leas.
En efecto, no coincidimos, por ejemplo, en la cantidad de años entre mi hermano y yo y tú con el tuyo; pero sí en ese amor de hermanos que solo quienes los tenemos, y especiales como los nuestros, sabemos apreciar.
Sí nos dieron la misma cantidad de sobris e igual cuatro hembras y un varón, qué casualidad.
Y sí lamento que ya no cuentes con su presencia física, aunque por tu relato a todas luces se nota que lo mantienes vivo en tu corazón.
Asi mismo es. Vive en mi Corazon, como las otras hermanas que nos dejaron, y mis padres. Soy huerfana de ellos pero siguen conmigo, por siempre.
ResponderEliminarAsí es Márgara cuando se quiere de veras.
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